cuando llegamos al recodo
de tu febril alegría
sin temor me confesaste
ser una vil asesina
mirabas en el centro
de mis cálidas pupilas
el asomo de la duda
de la fuga arrepentida
callé con dulce silencio
absorto en mi sentimiento
pensando como extirparte
el corazón y el aliento
mientras mi boca buscaba
la humedad de tus labios
bajo el techo de lluvia
del cual escapábamos
me amas
te amo
y aullaron los gatos
y a lo lejos
los gritos de una pobre mujer
quebraban la sucia noche
la vida era un sueño
dentro de otro sueño
al interior de otro sueño
y ya era
tarde
para empezar
de nuevo
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